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El packaging es la primera vista que atrae al consumidor. Muchos de los productos son recordados a través de su empaque. En esta oportunidad hacemos un recuento de los principales ejemplos de packaging peruano de antaño que fluyen en la nostalgia del consumidor mayor. Algunos de ellos, aún continúan en el mercado y solo han tenido una transformación de acuerdo a los tiempos, pero manteniendo siempre su misma identidad.

1. Muss de Cremino

El Muss de Cremino era una crema de chocolate y avellanas. Era el preferido en los recreos escolares y el predilecto de todos los niños de los años ochenta y noventa. El empaque original tenía a un niño comiendo un bocado del dulce. Venía con una fácil abertura en una esquina del empaque (a manera de mini táper) y, además, traía una cucharita para comer. Luego, salió la versión bicolor: chocolate bíter y chocolate blanco y, después, más versiones, como con turrón.

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El chocolate en versión muss fue un éxito, tanto por la calidad del producto, que podía ser acompañado para endulzar galletas de soda, por ejemplo, como por el empaque que le permitía una cierta autonomía al niño más pequeño, de ser él quien pueda abrir el empaque sin ayuda y, encima, comerlo con una cucharita exacta para su tamaño.

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Fueron tan famosas que una época se lanzó una campaña con cucharitas de los distintos personajes del Chavo del ocho, eran las “cuchavitas del Chavo”. A lo largo del tiempo, la etiqueta ha cambiado ha cambiado de diseño dependiendo la moda de los personajes animados, como por ejemplo, ha estado hasta Ben 10 y, actualmente, Bob Esponja.

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El eslogan publicitario siempre ha sido: “Quiero un Muss, dame un Muss (de Cremino)”. Y el público objetivo: infantil netamente. Ahora, la marca Muss Chocoturrón de Cremino es un producto de P& D Andina Alimentos S. A.

2. Chocolate Juguete de Motta

Todos los niños de los ochenta y noventa jugaban y coleccionaban los pequeños juguetes que traía dentro este chocolate. La envoltura era amarilla con un trencito azul alegre, donde cada vagón traía una letra de la palabra “juguete”. Adentro llegaba la ansiada sorpresa: el juguete. A veces venía en rompecabezas para armar, luego llegaron los personajes de series animadas. Con el Chocolate Juguete de Motta uno coleccionaba robots, personajes animados y armaba autos y naves de colección.

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El eslogan de su campaña publicitaria en anuncios por televisión era: “El chocolate más divertido: Juguete de Motta, que siempre trae sorpresas”, para rematar con: “Se nota que son de Motta”. Motta y D’onofrio fueron las más importantes fábricas de chocolates de aquella época, por lo que andaban en constantes estrategias de marketing y desarrollo de nuevos productos. Así, si D’onofrio tenía Sublime, Motta traía el añadido de un juguete a su chocolate de batalla, conquistando todo el público infantil, principal consumidor de este rubro.

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Durante su existencia, Juguete de Motta regaló diversas colecciones de muñequitos y naves espaciales. Lo mejor de todo, tal vez, fue la renovación constante de los juguetes que regalaban. Dicen que al inicio el chocolate llegó con la colección de Tin Tin, llamada “Personajes del Mundo”; luego llegaron los personajes de Hanna-Barbera. Los dibujos animados tan clásicos como Los Picapiedra, Los Supersónicos, el Lagarto Juancho, Gorila Maguila, La Hormiga Atómica, Pulgoso, Tortuga D’artagnan y Dum Dum, Don Gato y su pandilla con el policía Matute, el Oso Yogui, el Inspector Ardilla, Leoncio el león, Tiro Loco, entre otros, fueron representados en pequeños muñequitos de plástico multicolores de no más de 5 cm de altura.
Por supuesto, la Marvel se hizo también presente con los superhéroes de la Liga de la Justicia: desde Superman hasta la Mujer Maravilla. Además, lanzaron la colección de las series populares de aquella época ochentera, como Ultraman, Ultrasiete y la promoción de naves de Sankuokai. En los años noventa, Juguetes de Motta traía la compilación de Monster in my Pocket y los X-Men, que fue la última colección antes de que la marca lanzara los stickers de los Moticucos a mediados de la década de los noventa.

En 2006, Cremino compra la marca a la desaparecida Motta y lanza al mercado Juguete de Cremino, cuya primera colección de muñequitos fue Los Padrinos Mágicos, popular serie de Nickelodeon.
Actualmente, se pueden revisar ofertas on line por las colecciones de antaño. Los Juguetes de Motta de los ochenta y noventa, aún se siguen coleccionando.

3. Jugos Pulpín

El comercial fue todo para marcar la pauta de este producto. Tanto así que ahora se utiliza el término como representación de una ley gubernamental y una nueva generación de jóvenes.

¿Cómo era el anuncio publicitario? Simple. Una madre de familia que llega acompañada de su pequeño hijo a una bodega. Mientras enumera todas las cualidades del jugo que quiere comprar al bodeguero, a su lado está el pequeño insistiendo en mímicas y jalándole “de la falda” a la mamá para que le haga caso. Al final del rollo de la señora, el niño por fin habla: “Ay, mamá, pide Pulpín”.
El comercial pegó y el producto fue un éxito de ventas.

El producto tiene un packaging especial. No es la cajita común con cañita. Aunque también venga en material de Tetrapack y traiga sorbete, este es una especie de prisma, formato que se presta para aplicar diseños impresos y convertir el empaque en un juguete. El envase es diferente, único. Es muy práctico para guardar en las loncheras escolares, carteras o cualquier bolso; además, tiene una forma divertida y juguetona. Es de factible maniobrabilidad y conveniente para beber con facilidad.
Gracias a su diseño y formato, este empaque utiliza un mínimo de material, por lo que es ventajoso en el plano económico así como ambiental.

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Viene en presentación de 150 ml, la justa medida para un niño en edad preescolar. Es de muy bajo costo. Es ideal para la lonchera y para consumo on go (sobre la marcha). El creador y dueño de la marca es el Grupo AJE, que ya está comercializando y produciendo este producto en Venezuela.
Por otro lado, actualmente, los niños “lacras” de aquella época del comercial noventero ya crecieron y dejaron de jalarle la falda a la mamá; ahora, aquellos “chibolos pulpines” le jalan la falda al Gobierno para derogar una ley que no les favorece mucho.

4. Yogur Milkito

El comercial de aquella época de este yogur tenía una gran producción. Mencionaba todas las características de la marca y, lo principal, que te aconsejaba que era una marca peruana que producía productos sanos y de gran calidad. Sumado a esto el cómodo precio, el producto fue un éxito en los noventa.
En esos años la marca tenía dos presentaciones: en botella y en vasito. La botella era especial, de plástico y con rayas en alto relieve alrededor de la misma; al medio tenía estampada la cinta con el logo y las especificaciones del producto. La otra presentación, era un vasito casi cuadrado tapado con una lámina y traía una pequeña cucharita para tomar. El primer packaging era para un público familiar, el otro iba dirigido a un público infantil, ambos necesitados de productos nutritivos para cuidar su salud.

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Fue quizás a partir de esta época que se acostumbra a incluir yogur en la lonchera de los niños en el colegio. El empaque y el producto iba dirigido a ese sector. Asimismo, las campañas publicitarias ayudaron mucho a posicionar la imagen de marca en el mercado con gran éxito.

El logotipo de la marca, el personaje Milkito, un pequeño duende de pantys y gorro rojo, fue quien hizo ver a la marca más amigable y cercana a su público objetivo.

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Luego de un tiempo Milkito desaparece y lo compra el Grupo Gloria, que hace poco decidió relanzar la marca.

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Se rediseñó la marca y sus productos, pero manteniendo el feeling original del producto. Se modernizó el logotipo y al simpático personaje. Asimismo, se juntaron a dos generaciones alrededor de este nostálgico producto: el spot televisivo muestra a un joven padre con su hijo que conversan sobre Milkito y los recuerdos que llegan a la mente del adulto gracias al yogur.
Parece que la marca de antaño vino ahora sí para quedarse. Ojalá por mucho tiempo.

5. Gaseosa Chiki

Tal vez es la primera gaseosa creada para el público infantil en el país. Perteneciente al Grupo Concordia, estuvo en el mercado de 1996 al 2003.
En el norte, de donde proviene la marca de bebidas gaseosas, se comercializó en un inicio con el nombre de “Chikicordia”. Era una pequeña botella de plástico taparosca en presentación de 250 ml. Habían de varios sabores y el público objetivo era netamente infantil. Un producto ideal para la lonchera. Quizás el competidor más cercano de Pulpín en ese entonces.

Para la venta en Lima, la empresa trabajó su campaña publicitaria con la agencia Mayo, que rebautizó el producto simplemente como “Chiki”. El envase era una botellita pequeña con un logo colorido y un personaje de acompañamiento.

Chiki era una pequeña gaseosa (dibujado en vectoriales) con gorrita hacia un lado y grandes zapatillas. Tenía ojos grandes, boca alegre y un mechón que sobresalía de su gorra ladeada. El personaje cambiaba de color según el sabor de la gaseosa. Era simpático, cercano con su público objetivo y en los anuncios se lo veía desarrollando diferentes aventuras animadas. Se lanzaron diferentes spots televisivos donde interactuaba el personaje principal junto con niños reales.

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Era el amigo preferido de los niños. Si hasta hace poco tiempo el preferido de los más pequeños era el muñeco Timoteo, en esa época Chiki era el personaje más encantador para los niños. Tanto fue su éxito que era el auspiciador principal de un programa infantil y en el 2000 llegó a tener la participación del mercado con 26.5 % en bebidas gaseosas. Ayudó mucho que las estrategias de marketing llevaron su distribución a colegios y a cuanto show infantil hubiere.

Lo curioso es que no solo fue el público infantil quien se enganchó con el producto. También al mercado adulto les atrajo la presentación. Es que tenía el packaging perfecto: frenaba el gustito por tomar una gaseosa que por apaciguar la sed, porque el envase era pequeño, descartable y podía ser fácilmente destapado. Asimismo, por su tamaño, tenía buena presencia en vendedores ambulantes y cruceristas, por lo que se la podía conseguir fácilmente. Y si a esto se completa con un precio cómodo, el éxito puede estar muchas veces asegurado.

6. Como colofón: Chocomel

Era un antiguo polvo de chocolate que se encontraba generalmente a la salida del colegio, donde al consumirlo uno terminaba con el uniforme polvoriento.
El envase era simple. Una pequeña bolsa sellada con el nombre del producto en primera fila y abajo la empresa que lo producía: El tigre. Como logo, al centro llevaba el dibujo de un bebé probando una cucharada del producto. Todo esta escena se acomodaba dentro de un marco del tamaño exacto de la presentación.

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Lo frágil del packaging hacía que al abrir el empaque, siempre saltara el producto. Terminaba ensuciando, pero igual fue uno de los preferidos de los antiguos escolares.

Y estos fueron algunos ejemplos del packacing del recuerdo. Seguramente recordaste algunos de ellos con nostalgia, esperando que vuelvan al mercado.

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Fiori es CEO de Staff Creativa, Agencia de Diseño Web y Marketing Online
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